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  Credos Doctrinales
La Santa Biblia La Santa Biblia es la Palabra de Dios divinamente inspirada. Ninguna otra escritura es de tal origen. El Antiguo y el Nuevo Testamento juntos son las Escrituras autoritativas infalibles para la fe y práctica del pueblo de Dios. Ningún otro escrito o autoridad es requerido para entender el plan de salvación y la voluntad de Dios para la humanidad. Originada en Dios el Padre, la Palabra de Dios es cumplida en Jesucristo Su Hijo, y aplicado a nuestras vidas por el Espíritu Santo. 2 Timoteo 3:15-17; Juan 5:39; Lucas 22:44; Romanos 15:4; 2 Pedro 1:19-21; Juan 17:17; 1 Pedro 1:24,25; Apocalipsis 22:18, 19. 2. Dios, el Padre La suprema Deidad del universo es Dios Todopoderoso. El es quien creó todas las cosas por Su Palabra, y las sostiene por Su poder. El hizo el pacto con Abraham, dio la ley en el Sinaí, y habló a través de los profetas. El es revelado más perfectamente como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, y el Padre Celestial de todos aquellos que creen en Jesús. Al final de esta era, Dios juzgará al mundo por medio de Cristo y reinará eternamente como Rey sobre todos los redimidos. Génesis 1:1; Hechos 17:24, 25, 30, 31; Génesis 17:1, 2; Hebreos 1:1-3; 1 Corintios 15:24-28; Apocalipsis 19:6. 3. Jesucristo, el Hijo Jesucristo es el unigénito Hijo de Dios. El es de la misma sustancia que el Podre. Antes que el tiempo comenzara El existió con el Padre, compartió la gloria del Padre y participó en la creación. Renunciando voluntariamente a los derechos de Su deidad, El fue concebido del Espíritu Santo en la virgen María y nació en Bethlehem. En completa humanidad El obedeció perfectamente la voluntad del Padre, murió por crucifixión, fue sepultado, y resucitó después de tres días y tres noches en la tumba. El entonces ascendió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios como Salvador y Redentor de todos aquellos que confían en El. ¡Jesús es Señor! Juan 1:18; 1:1-3; 3:16; 17:5; Mateo 1:21; 12:40; Lucas 1:26-35; 24:51; Filipenses 2:5-11; 1 Timoteo 2:5; Hechos 2:36. 4. El Espíritu Santo El Espíritu Santo es el Consolador prometido y enviado de Dios después de la ascensión de Jesucristo. El Espíritu Santo mora en aquellos Cristianos que lo piden de Dios y le obedecen. Todos los creyentes han sido bautizados por el Espíritu Santo incorporándolos al Cuerpo de Cristo. Las Escrituras ordenan a los creyentes a ser llenos con el Espíritu Santo. Por medio del Espíritu, Dios revela la verdad bíblica, redarguye a las personas de pecado y las atrae hacia Jesús, regenera a quienes creen, da poder para vivir y testificar para Cristo, produce frutos de santidad y otorga dones para el servicio. Juan 14:16-18, 26; 15:26; 16:7-14; 3:5 Hechos 1:5, 8; Efesios 5:18; Gálatas 5:22-23; 1 Corintios 12:3-11, 13; Lucas 11:13; Hechos 5:32. 5. La Caída de la Humanidad Dios creó a Adam y Eva a Su propia imagen y los declaró buenos. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, la maldición del pecado, el sufrimiento y la muerte vinieron sobre el mundo. Como resultado, toda la humanidad participa del pecado original por naturaleza y elección propia, y toda la creación experimenta sus miserables efectos. Mientras que la pena por el pecado ha sido pagada a través de Jesucristo, y el poder del pecado ha sido quebrantado por el Espíritu Santo, aún la presencia del pecado y el sufrimiento en la familia humana, en el universo, y en los creyentes, no serán completamente erradicados en esta era presente. Génesis 1:26, 27, 31; 3:1-19; Romanos 3:23; 5:12-19; 8:19-23. 6. El Plan de Salvación Dios proveyó el camino de salvación para que la humanidad escape de la pena de la muerte eterna pronunciada sobre los pecadores después de la Caída. Jesucristo ganó esta redención por medio de Su vida sin pecado, Su muerte sacrificial, y Su resurrección. En todo esto El se convirtió en nuestro representante legal en los cielos. A través de Sus méritos, el perdón de pecados y la seguridad de la vida eterna pertenecen a todos los que creen y aceptan el plan de salvación de Dios a través de Cristo. Este es el corazón del evangelio: Cristo murió por nuestros pecados ­y por medio de ello compró la salvación eterna para todos los que continúen en la fe. Juan 3:16; 2 Pedro 3:9; 1 Pedro 1:18, 19; 2:21-24; Romanos 3:23-25; 5:1, 6-11; Hebreos 4:15; Colosenses 1:20-23; Hechos 4:12. 7. Nuestra Respuesta a Dios Cuando una persona escucha el plan de Dios, esta decide ya sea aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor, o continuar en condenación. Aceptar a Jesucristo significa creer en la verdad del evangelio, confesar y arrepentirse del pecado, confiar en el Salvador, y convertirse en un discípulo del Señor. Uno que cree de esta forma ha sido justificado delante de Dios, convertido en mente y nacido de nuevo en espíritu. Este entonces camina el camino de la obediencia, incluyendo la confesión pública de Jesucristo, el bautismo en agua, la restitución, y el seguimiento de las enseñanzas y el ejemplo de Cristo. Juan 3:16-18; Hebreos 11:6; Hechos 16:31; 2:38; 1 Juan 1:9; Romanos 10:9, 10; Mateo 5:23, 24; 2 Corintios 5:17; 1 Juan 2:6; Gálatas 5:6b. 8. La Oración El pueblo de Dios debe orar al Padre Celestial en el nombre de Jesús -el Mediador y Sumo Sacerdote ante el trono de Dios. Se deben ofrecer oraciones en todo tiempo, por todas las personas, para que la voluntad de Dios sea hecha, y con acciones de gracias y confesión. Los enfermos deben llamar a los ancianos de la Iglesia, para ser ungidos con aceite y que oren por su sanidad. Aquellos que clamen al Padre, individualmente o colectivamente, recibirán respuesta a sus oraciones de acuerdo a Su voluntad. Hebreos 4:14-16; Juan 14:13, 14; 1 Timoteo 2:1-8; 1 Tesalonisenses 5:17; Filipenses 4:6; Santiago 5:14-16; 1 Juan 5:14; Mateo 6:9-13. 9. Los Diez Mandamientos Los Diez Mandamientos constituyen la ley de Dios básica para Su pueblo. Los conceptos del Decálogo fueron entendidos y obedecidos por personas piadosas antes de la promulgación de la Ley en el monte Sinaí, en donde Dios los expresó y escribió en tablas de piedra. Esta ley de Dios fue perfectamente cumplida en la vida y enseñanzas de Jesús, fue obedecida por los apóstoles del Señor, y está escrita en los corazones de los creyentes bajo el Nuevo Pacto. Ninguna parte de ella ha sido, revocada o cambiada; el transgredir una de sus partes es cometer pecado. La observancia de los Diez Mandamientos expresa nuestro amor a Dios y a la humanidad. Exodo 20:1-17; 31:18; Génesis 26:5; Juan 15:10; Mateo 19:16-19; Hebreos 8:10; 1 Juan 3:4; 5:2, 3; Santiago 2:10-12. 10. El Sábado El cuarto mandamiento nos enseña a observar el séptimo día de cada semana (Sábado) como el día de reposo. Dios apartó el Sábado en el principio como memorial de la creación, y fue observado por Jesús y los apóstoles. Es observado desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado cesando todo trabajo secular, adorando colectivamente, cultivando una vida santa, y haciendo el bien para los demás. El sábado refleja tanto la creación como la redención y será celebrado hasta que el pueblo de Dios repose para siempre con El. Exodo 20:8-11; Lucas 4:16; Hechos 13:14, 42, 44; 16:13; 18: 4,11 Levítico 23:32; Marcos 2:27, 28; Mateo 12:12; Hebreos 4:4-10; Isaías 56:1-8; 58:13, 14 11. La Iglesia La Iglesia es el cuerpo espiritual de creyentes que tienen fe en Jesucristo y obedecen la voluntad de Dios. Tiene a Cristo como su Cabeza y existe universalmente y localmente para adorar a Dios, estudiar las Escrituras, predicar el evangelio, nutrir a los creyentes y servir a la humanidad. La Biblia se refiere con mucha frecuencia a este cuerpo como: "Iglesia de Dios"; por tanto, nosotros usamos ese nombre. La organización de la iglesia es bíblica y conveniente. Nosotros reconocemos a la Iglesia en dondequiera que la Palabra es predicada fielmente, las personas responden con obediencia, y las ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor son administradas. Mateo 16:18 Colosenses 1:18; Efesios 5:25-33 1 Corintios 1:2; Hechos 6:1-7; 1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5; Hechos 20:28; Apocalipsis 12:17. 12. El Bautismo El bautismo por inmersión en agua es la respuesta ordenada a la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo en nuestro beneficio. Este representa el pacto de unión del creyente con el Señor: muerte al pecado, sepultura de la vieja naturaleza, y resurrección a una nueva vida. El bautismo en sí mismo no salva, sino que es un acto de obediencia al evangelio que no debe ser pospuesto en seguimiento a la fe, el arrepentimiento, y la regeneración. Este está designado no para los infantes, sino para quienes conocen el plan de salvación de Dios y deciden confiar y obedecer al Señor. Romanos 6:1-6; Hechos 2:38; 8:35-39; 16:30-34; 1 Pedro 3:21; Mateo 3:13-17; 28:18-20. 13. La Cena del Señor En la Cena del Señor, el pan sin levadura y el fruto de la vid son recibidos como símbolos del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor, los cuales El ofreció como sacrificio por el pecado. En este memorial de la muerte del Señor, ilustramos nuestra unión con el Salvador, tenemos comunión con los demás como el Cuerpo de Cristo, y proclamamos nuestra esperanza en Su regreso. Jugo de uva sin fermentar es el símbolo que escogemos para Su sangre. Debido a que la primera Cena del Señor ocurrió durante la Pascua, hemos escogido observarla en el 14 de Nisán del calendario Hebreo. Extendemos caridad hacia quienes puedan observar la comunión en otras ocasiones. En la cena, seguimos el ejemplo y el mandato de lavarnos los pies los unos a los otros en servicio y humildad. Mateo 26:17-19; Marcos 14:22-25; Lucas 22:19, 20; 1 Cor intios 10:16, 17; 11:23-26; Juan 13:1-17. 14. La Mayordomía Financiera La Obra de Dios es apoyada por la mayordomía financiera del pueblo de Dios. Los ejemplos y los mandatos bíblicos para dar proporcionalmente, con frecuencia se refieren al diezmo o la décima parte. Aunque las leyes del diezmo del sacerdocio Levítico no están en vigencia hoy, los diezmos y las ofrendas permanecen como un principio y norma de las Escrituras. El Nuevo Testamento enfatiza la actitud del dador por encima de cualquier requerimiento legal. Motivado por el amor al evangelio, cada Cristiano es llamado a dar diezmos y ofrendas libremente y con alegría. Génesis 14:18-20; 28:20-22; Proverbios 3:9; Malaquías 3:8-10; Mateo 23:23; 1 Corintios 9:7-14; 2 Corintios 9:6,7; Hebreos 7:1-6. 15. La Participación en la Guerra Jesucristo nos enseñó a amar y perdonar a nuestros enemigos y a trabajar por la paz y la salvación de todas las personas. Las guerras entre las naciones y la violencia entre las personas no representan la perfecta voluntad de Dios, sino que resultan de la ambición, la codicia del poder, el egoísmo, y otros motivos pecaminosos. Los Cristianos deben renunciar a dichas carnalidades y a las armas de las contiendas humanas y no deben participar en combate militar a través de las fuerzas armadas. Mateo 5:38-48; Lucas 6:27-38; Romanos 12:17-21; Juan 18:36; Mateo 26:51, 52; 2 Corintios 10:3, 4; Santiago 4:1. 16. Los Días Festivos Paganos Las celebraciones del Domingo, la Navidad, la Cuaresma, el Domingo de Pascua o Resurrección, o la Víspera de Todos los Santos (Halloween) como ocasiones sagradas, no tienen apoyo escritural. El domingo se convirtió en el día común de adoración después de la era apostólica. Fué decretado por el emperador Romano Constantino en el año 321 D.C. como el venerable día del sol, y trabajar en él, estaba prohibido. No existe mandamiento o ejemplo en las Escrituras para la observancia del primer día de la semana como el Día de Reposo Cristiano. La Navidad, es un remanente del antiguo festival de la Roma pagana llamada Saturnalia ­el renacimiento del sol. El día del nacimiento de Jesus es desconocido y no existe precedente bíblico para celebrarlo según la modalidad de la Navidad. El Domingo de Resurrección es un substituto del segundo siglo para el festival de primavera que honra a la diosa pagana Astarté. La Biblia no apoya la celebración de la resurrección según la manera del Domingo de Resurrección. La mejor evidencia señala la resurrección de Cristo en la tarde del sábado. Su crucifixión y su sepultura en el Miércoles permiten un cumplimiento literal de la profecía de que El estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra. La Víspera de Todos los Santos (Halloween) se origina en prácticas impías y superticiosas relacionadas con espîritus malignos y el reino de los muertos No debe ser celebrada por los Cristianos. 2 Corintios 6:14-18; Jeremías 10:2-10; Mateo 12:38-40; 28:1-6 (RV 1909); Marcos 8:31; 9:31; 1 Corintios 10-:18-22. 17. Matrimonio, Divorcio y Recasamiento El matrimonio fue instituido por Dios y su intento es que dure mientras ambos compañeros vivan. Una unión permanente entre un hombre y una mujer ofrece el potencial para la mejor experiencia humana, y es una figura del eterno lazo de unión entre Cristo y la Iglesia. Jesús enseñó que solamente la fornicación (infidelidad sexual) es causa suficiente para el divorcio. Los que se vuelven a casar después de divorciarse, excepto que el divorcio haya sido "por causa de fornicación", cometen adulterio. Similarmente, los que se casen con personas que se hayan divorciado, excepto por "causa de fornicación", cometen adulterio. Génesis 2:18-25; Mateo 5:31, 32; 19:4-9; Marcos 10:2-12; Lucas 16:18; Romanos 7:1-3; Efesios 5:22, 33; 1 Corintios 7:10-16, 39. 18. Una Vida de Santidad El pueblo de Dios es llamado a salir del pecado y la corrupción, hacia una posición de santificación-"nosotros en Cristo" y a practicar la santificación-"Cristo en nosotros." Habitados por el Espíritu Santo, los Cristianos deben ser un ejemplo de los creyentes y un correctivo para una generación maligna e incrédula. Al orgullo, la avaricia, la pereza, la lujuria y la codicia se les debe oponer en el espíritu, y todas las prácticas dañinas e inmorales, incluyendo la homosexualidad, deben ser rechazadas en el cuerpo. Romanos 12:1, 2; Tito 2:11-13; 2 Corintios 7:1; 1 Juan 2:15-17; Gálatas 5:16-26; 1 Corintios 6:15-20; Colosenses 3:-14; 1 Timoteo 4:12; 1 Pedro 13-16. 19. Alimentos Limpios e Inmundos La distinción entre las carnes limpias e inmundas con respecto a los alimentos se debe observar hoy en día como la voluntad de Dios, ya que fue dada por Dios para el beneficio de la humanidad. Génesis 7:1-3; Levítico 11:2-23, 46, 47; Deuteronomio 14:3-20; Hechos 10:9-15, 27-29 20. Satanás Satanás, un ser espiritual llamado el Diablo, es el adversario de Dios y de Su pueblo. Es un engañador capaz de transformarse a sí mismo en un ángel de luz. Ha sido un homicida desde el principio, y un mentiroso. Debe ser resistido por el pueblo de Dios, y será finalmente destruido en el lago de fuego. 1 Pedro 5:8, 9; Efesios 6:11, 12; 2 Corintios 11:14; Juan 8:44; Santiago 4:7; Apocalipsis 20:10. 21. Nuestros Cuerpos y Nuestra Tierra Cuando Dios creó todas las cosas, El las declaró buenas en gran manera. Los humanos comparten una naturaleza física con el orden creado; y nosotros también compartimos la imagen única y espiritual del Creador. El nos na dado el privilegio y la responsabilidad de dominar sobre Su creación. Este buen orden de la humanidad y el mundo no fué creado en vano. Los creyentes serán resucitados con cuerpos inmortales, y habitarán para siempre en una tierra restaurada a la perfección. Ya que los cuerpos humanos y la tierra comparten el propósito divino en la creación y están destinados para la gloria de Dios a través del evangelio, ambos deben ser cuidados y no ser abusados. Génesis 1:26-31; 2:7-15; Isaías 45:18; Romanos 8:18-23; 1 Corintios 6:19-20; 15:35-54; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 5:10; 11:18; 21:1-4. 22. El Estado de los Muertos No existe la conciencia en la muerte. Cuando una persona muere, el cuerpo retorna a la tierra, el espíritu (aliento) retorna a Dios, y sus pensamientos perecen. Los muertos permanecen en este estado, al cual la Biblia a menudo llama sueño, hasta el día de la resurrección. El sueño de los muertos deberá parecerles a ellos como nada al tiempo de su despertar. La esperanza bendita del evangelio es que cada creyente será resucitado de los muertos, como Cristo lo fué. Eclesiastés 9:5,6; Salmo 146:3, 4; Juan 11:11-14; Hechos 2:29-35; Hebreos 11:13, 39, 40; 1 Corintios 15:51-53. 23. Profecía, Señales de los Tiempos La Profecia Biblica fue dada para nuestra instrucción y advertencia, y para que pudiéramos saber que la historia se está moviendo hacia su punto culminante. Los eventos de hoy y las condiciones humanas confirman la Palabra de Dios y la certeza del pronto retorno de Cristo. Estos cumplimientos enfatizan el llamado a los pecadores para huir de la ira venidera, y el llamado a los creyentes para salir de la confusión religiosa. 2 Pedro 1:19-21; Lucas 21:5-36; 2 Timoteo 3:1-7; Apocalipsis 14:9-12; 18:4. 24. El Recogimiento de Israel Las Escrituras contienen muchas promesas de que los descendientes de los hijos de Israel deberán retornar para habitar las tierras bíblicas (anteriormente llamadas Palestina) para un período culminante de la historia. Esta profecía está siendo cumplida, y los eventos del Medio Oriente continuamente señalan que el retorno de Cristo es inminente. Isaías 11:11,12; Jeremías 31:7-12; 32:37-44; Ezequiel 37:21-28; 38:8-16; Amós 9:11-15; Lucas 21:20-24, 31; Salmo 102:16. 25. La Segunda Venida de Cristo Jesucristo retornará a la tierra en cumplimiento de la muy repetida profecía Biblia. El vendrá audiblemente, visiblemente, corporalmente, y repentinamente ­en las nubes de los cielos, en la forma en que partió. Nadie sabe, ni puede saber el diá u hora de Su venida; pero existen más razones que nunca para creer que esto está cerca. La historia humana tiene este compromiso y los creyentes viven bajo esta expectativa: Cristo va a regresar a la tierra a consumar el plan de redención. Juan 14:1-3; Hechos 1:7-11; 1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 1:7; Mateo 25:31, 32; Marcos 8:38; 13:32; Lucas 17:22-37; Job 19:25-27. 26. Resurrecciones, Recompensas y Castigos Dios está preservando a los fieles hasta el día de la resurrección para ser recompensados, y reservando a los malvados hasta el Día del Juicio para ser castigados. A la segunda venida de Cristo los justos serán resucitados a la inmortalidad y para la recompensa por sus servicios, en la nueva tierra. Los malvados serán resucitados para recibir la paga de sus pecados, la cual es la aniquilación y la destrucción en el lago de fuego. Este será el destino eterno de los que hasta el fin permanezcan sin arrepentirse y en incredulidad. Juan 5:28, 29; Hechos 24:15; Apocalipsis 22:12; 1 Tesalonicenses 4:16; 1 Corintios 15:20-23, 51-53; 1 Pedro 1:5; 2 Pedro 2:9; 2 Timoteo 4:1; Apocalipsis 5:10; 20:5, 11-15; Romanos 6:23; Ezequiel 18:4, 20; Malaquías 4:1-3; Job 19:25-27 27. El Reino: Presente, y Eternal El Reino de Dios (Reino de los cielos) es realizado en: - El reino espiritual de la gracia existe ahora que Dios reina en las vidas de los creyentes obedientes. Aún cuando el Reino de Dios siempre ha existido, fue públicamente anunciado y más claramente revelado en el ministerio de Jesucristo. Nosotros nos convertimos en sus ciudadanos cuando nos volvemos de nuestros pecados a la fe en Jesucristo, por aceptar Le como Señor y Rei de nuestra vida. - El Reino Eternal de Dios se cumplirá cuando Cristo entregue el reino al Padre, después Su segunda venida y el Día del Juicio . Dios morará con Su pueblo en los nuevos cielos y la nueva tierra, en donde habrá justicia y paz para siempre, sin desilusión, contaminación o muerte. Salmo 145:13; Mateo 3:2; 4:17; Mateo 12:28; Lucas 17:20, 21; Colosenses 1:13; Apocalipsis 20:4-6; Salmo 2:8, 9; 1 Corintios 15:21-28; Mateo 13:40-43; 16:27; 25:31-46; 2 Pedro 3:9-13; Apocalipsis 6:12-17; 11:15-18; 20:7-15; 21:1-27.
 
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